Empieza Tejiendo Un Sueño de Verano

Los veranos de nuestra infancia, al igual que nuestros sueños, nunca deberían terminar (Poleomenta)

Cuando se acerca el mes de julio recuerdo los vernos en casa de mis abuelos. Revivo los momentos que pasé allí, viendo a mi abuela tejer en la terraza, jugando con mis primos en el jardín, organizando grandes comidas en el porche…

Y siento que todas esas cosas siguen conmigo, que aunque hayan sucedido ya siguen dentro de mí. Se convierten en sueños, pero no esos sueños de los que uno se olvida al despertar, sino en esos momentos tan especiales que marcan el corazón hasta el punto de quedarse allí para siempre.

Y te recuerdan, en instantes tan concretos como éste en que yo escribo estas palabras, que no se han ido ni se irán nunca.

Esta es mi historia, los veranos de mi infancia, con mis primos, en casa de mis abuelos. Si os apetece seguirla, os la iré contando en #tejiendounsueñodeverano.

Una casa en el campo * Una casa llena de niños * Las risas y las rosas de mi abuelo * Mi abuela tejiendo * Despertarse sin hacer ruido y salir al pasillo * Andar descalza * Saltar en la cama * Un océano en la bañera o un escondite secreto * El olor a jazmín * Coger bichos * Bailar en el tejado * Comer en el jardín * Una orquesta improvisada * Pasear sin rumbo * Un teatro para todos * Hacer el indio hasta llorar de risa

El sol entraba por las ventanas, y el aire matutino impregnaba la habitación con una esencia fresca. Era temprano. Nosotros, niños, nos despertábamos. Alguien era el primero, y éste iba levantando al resto. Queríamos jugar, bajar al jardín y empezar a divertirnos en un nuevo día lleno de emociones.

  

Salíamos de la habitación y andábamos por el pasillo de puntillas, para no despertar a nuestros padres. Era como una aventura emocionante, caminar todos juntos, en silencio, por el suelo frío de ese hogar de verano.

Llegábamos a la habitación de nuestros padres, y les despertábamos. Ellos nos miraban cansados y, cuando por fin se decidían a salir de la cama, aprovechábamos para subir y ponernos a saltar como en una colchoneta. Nos reíamos. El día había empezado.

¡Empieza tejiendo un sueño de verano!

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