Capítulo 1. El invierno del alma

El otro día una persona me dijo, toda una vida entre libros, hijos, trabajo… y la búsqueda constante de la felicidad… ¿dónde se fue?

Pero, ¿qué es la felicidad?

A veces pienso que tratamos de buscar fuera lo que llevamos dentro de nosotros y siempre ha estado ahí, solo que las circunstancias y vaivenes de la vida hacen que nos olvidemos y, a veces, hasta perdamos el rumbo por completo, y es que la felicidad no es la meta, sino el camino y se encuentra en las pequeñas cosas.

Ver el amanecer, un café, tumbarse al sol, saltar desde una roca, bucear con el sol en alto, el pelo mojado, un beso salado, comer pescaditos fritos, mirar el cielo una noche de verano, sentir la belleza inabarcable, aceptar no saber, sentir la alegría de la paz

Hace unas semanas fui al cine a ver una película que se llama Libres, es un documental que cuenta la vida en 12 monasterios españoles de clausura, y me maravilló la paz que transmitían los monjes y monjas de clausura y la ausencia total de miedo. Se me quedo grabada esa frase: SOLTAR EL MIEDO

No es que yo me esté planteando ir a un monasterio de clausura, aunque reconozco que, en algunos momentos de mi vida, he tendido ganas de mandar todo a la m… y pirarme a algún sitio tranquilo, yo solita. ¿Os pasa también?.

Y es que muchas veces nos aferramos a la seguridad que nos proporcionan las cosas conocidas, y queremos que permanezcan inmutables, porque nos da miedo (o auténtico terror) el cambio, miedo a lo desconocido, miedo a soltar el control, miedo a confiar… pero el cambio es inevitable, así que tenemos que enfrentarnos a nuestros propios fantasmas, aceptarlos y aceptarnos a nosotros mismos tal y como somos.

Cuando tenia 17 años me leí Dune, un libro que os recomiendo, y ahora me lo estoy volviendo a leer. Es curioso como cambian los libros, los mensajes que te llegan y lo que te hacen sentir, según la época de tu vida en la que los leas. En las primeras páginas del libro hay un texto que me impactó, se llama Letanía contra el miedo, y dice así:

«No conoceré el miedo. El miedo mata la mente. El miedo es la pequeña muerte que conduce a la destrucción total. Afrontaré mi miedo. Permitiré que pase sobre mí y a través de mí.  Y, cuando haya pasado, giraré mi ojo interior para escrutar su camino. Allá donde haya pasado el miedo ya no habrá nada. Solo estaré yo»

Para mí la felicidad es sinónimo de serenidad, de paz… que nada ni nadie externo a mi pueda robarme la paz. Fácil de decir, pero difícil de hacer.

Hubo una época en la que pensé que lo tenía controlado, mi matrimonio, la casa, los niños, el trabajo… pero nada más lejos de la realidad. De la noche a la mañana uno de esos pilares básicos se cae y todo salta por los aires. En mi caso fue mi matrimonio, después de toda una vida juntos.

Lo primero que haces es negarlo, y entonces empiezan las fases del duelo (negación, ira, negociación, depresión, aceptación). Podéis leer un poco más en este otro post que escribí contando el Capitulo 0 de mi historia personal. Y aparece el miedo, miedo a quedarte sola, miedo a no hacerlo bien con los niños, miedo a no llegar a final de mes, miedo a no poder con todo…

Y es que las separaciones no son nada fáciles por mucho que, desde el punto de vista jurídico, puedas separarte o divorciarte de una forma bastante rápida y sencilla, si hay un acuerdo. Pero no se tiene en cuenta la parte emocional y las heridas que quedan y que hay que curar y aprender a vivir con ellas.

Mi noche oscura del alma duró casi 4 años… los tiempos de cada personas son diferentes.

Durante algunos años me hice la pregunta incorrecta… ¿porque?… pero eso realmente da igual, lo importante es… para que. Y, en mi búsqueda de respuestas lo probé todo: Reiki, wingwave, regresiones… y me leí infinidad de libros, todo lo que caía en mis manos (esoterismo, metafísica, religión…), pero me faltaba lo más importante, aceptar mi vida tal y como es, perdonar y perdonarme, estar en paz conmigo misma y con mi pasado, cerrar ese capítulo y mirar hacia el futuro desde la serenidad. Volvemos a lo que os he dicho al principio, las respuestas están dentro de cada uno de nosotros, solo tenemos que pararnos y mirar.

La semana pasada, después de más de 5 años, firmé por fin la liquidación de la sociedad de gananciales con mi marido y reparto de los bienes que teníamos en común, un paso más en un capítulo de mi vida que, aunque muy doloroso, me ha llevado donde estoy ahora, un sitio que me gusta mucho por cierto.

Todavía quedan flecos por cerrar, porque toda una vida no se puede borrar de un plumazo pero, después de la oscuridad siempre llega la luz… ¡y es mucho mejor de lo que nunca imaginé!

Se puede volver a confiar y se puede volver a creer en el amor. Si os apetece y os puede ayudar, os seguiré contando mi historia.

Besos y feliz semana,